sábado, 16 de abril de 2016

La zona de confort

Cuando se rompe mi zona de confort me agarra un mal humor tal que no le desearía soportarlo ni a mi más vil enemigo (mentira, si lo haría; en realidad es una forma de decir, para darle énfasis a lo molesta que soy en mis días malos). Es como si la burbuja de cristal que tenía preparada, perfecta y basada en ilusiones, estructuras esperanzadoras y expectativas increíblemente altas, se partiera en mil pedazos y ¡ay, como me hincha las pelotas eso! ¿Por qué esa necesidad de que todo salga tal y como lo imaginé? Eso es lo que más me jode: me jode que me joda. Y… ya me enredé. Soy una piba muy así, muy rebuscada en sus explicaciones. Y es que realmente me cuesta explicar mis pensamientos, mis sentimientos, porque a veces no tienen un puto sentido. Todavía no llego a comprenderme totalmente, ya deben de haber visto, tengo mil puntos de vista diferentes y suelo contradecirme yo misma. Tedioso tener mi cabeza, si. Pero bueno, ya me fui a la mierda. ¿En qué estaba? Ah, sí, que me jode que me joda. ¿A qué me refiero con esto? Que yo sé que la vida no se basa en situaciones planeadas e ideales, que los mejores momentos (y con muchísima razón) son aquellos que suceden porque tienen qué; esos que no se piensan, que solo ocurren y en el instante que menos esperabas, te sorprenden. Y de ahí salen las mejores experiencias, porque una vida planeada no sería una vida en sí. Okey, yo sé todo eso, sí. Y quiero encariñarme con ese concepto, aprender a aceptar los improvistos que te propone el destino, adaptarme a los cambios y respetar el que las cosas no siempre van a salir como a mí me gustaría. Pero no puedo, ¡la puta madre, que no puedo! Me cuesta casi tanto como jugar bien a la PlayStation, y mirá la pedazo de comparación que te estoy tirando.  Me re contra pudre que algo se gire y enchastre mis ideas de un principio, y me estanco en mi mala onda, mi cara de culo, mi negación y eso no me lleva a nada. Solo me quedo así, encabronada, orgullosa y cabezadura. Porque nooo, ¿cómo soportar que se desvió todo? Nop, yo no tengo por qué hacer eso. Si no va a ser como a mí se me da la reverenda gana, no lo hago y punto. ¡Si! Esa es la actitud inmadura y caprichosa que tomo en dicho tipo de ocasiones. Y es tan frustrante... Termino aburrida o enojada conmigo misma. Porque al ponerme así de insoportable sé que está mal y me estoy portando como una imbécil, pero sin embargo no me sale cambiar la cara y mirar el lado positivo de la situación. Será por testaruda, será por pelotuda, no sé. Pero me harta ser así. Y con eso me refería a que me jode que me joda. ¿Me habré explicado bien? Yo sé que fácil de entender no soy, pero créanme que fácil de explicar tampoco. ¿Dicen que necesito un psicólogo, che?